Reimaginando Nuestra Comunidad

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Homilía del 2 de octubre para la Primera Iglesia Unitaria Universalista de Houston

Es un gran placer estar con ustedes en nuestro primer servicio en español en persona. Gracias también porque nos acompañan en línea. Nos alegra que estén con nosotros. Espero que si están participando en línea se comuniquen con nosotros por email o que le den un «like» en Facebook o YouTube. Queremos darles una bienvenida a todos y poder llegar a conocerles.

Éste es un proyecto para la comunidad. En el Unitarismo Universalista, tenemos el concepto del ministerio compartido. La idea es que el trabajo de la iglesia lo realizan los líderes religiosos y los miembros de la misma. Cada persona tiene un papel y el trabajo se comparte. En nuestra tradición, lo que una iglesia considera necesario es una idea fundamental. Para nosotros, más que en otras tradiciones, la iglesia son los miembros.

En este aspecto, este servicio es un gran ejemplo de esta tradición. Este servicio y nuestros programas en español se han realizado porque así lo desean algunos de nuestros miembros que hablan dicho idioma como lengua materna. Y ellos, especialmente Manuel y Maru, se esforzaron para hacerlo realidad. Y Alma y yo hemos trabajado juntos a ellos. Sin Alma, Manuel ni Maru, no tendríamos este servicio ni esta homilía. Ellos revisaron lo que escribí y me ayudaron para poder pronunciar mejor estas palabras.

Les comparto el proceso que tenemos para preparar el servicio porque está conectado con nuestro tema, reimaginando nuestra comunidad. El preparar un servicio como éste, es un acto colectivo. Y reimaginar nuestra comunidad es un acto colectivo también. No es solo mi trabajo. No es solo el trabajo de alguno de ustedes tampoco. Es un trabajo que hicimos juntos. Y es un trabajo que queremos hacer por las personas que no están aquí y un trabajo que queremos hacer con ellas también.

Voy a inspirarme con las palabras y sabiduría de Borges y les voy a explicar. Voy a cometer muchos errores porque el español no es mi idioma nativo. Pero es más que eso. El reimaginar es estar dispuesto a cometer errores. Es buscar nuevas maneras de hacer algo, de formar una comunidad y de descubrir que algunas cosas son buenas y otras son malas. Es un proceso creativo y cada proceso creativo está lleno de errores, de milagros y de cosas que nadie puede controlar. En este proceso, como Borges dijo, no queremos ser «tan perfectos». Queremos «relajarnos más». Y queremos tener «más problemas reales y menos imaginarios».

Reimaginando nuestra comunidad… Al reimaginar nuestra comunidad, empecemos con una pregunta: ¿quién es nuestra comunidad?

La pregunta es una de las más antiguas en la historia de la humanidad y de la religión. Le encontramos una respuesta en la sabiduría del Buda cuando dijo «considera a los demás como a ti mismo». Le encontramos respuestas similares en la sabiduría de Hillel el sabio y en la sabiduría de Jesús.

Hillel el sabio fue un teólogo judío que vivió en los años anteriores a Jesús. Una historia famosa sobre él, es que un día, una persona lo desafió a recitar todo lo que está escrito en la Torá estando parado sobre un pie. La Torá es un libro grande y complicado con muchas reglas diferentes y muchas historias. Pero Hillel no se intimidó. Su respuesta fue sencilla: «Lo que es odioso para ti, no se lo hagas a tu vecino. Esa es toda la Torá; el resto son comentarios — ¡ve y estúdiala!»

En sus enseñanzas, Jesús habló mucho de ¿quién es mi vecino? Como probablemente ustedes conocen la historia del buen samaritano, no la voy a mencionar. Pero en el fondo, tiene palabras muy similares a las del Buda y a las de Hillel.

Todas estas historias y palabras son cosas cosmopolitas. Son de culturas, de religiones y de personas que quieren convivir con otras personas que son diferentes a ellas. Son de quienes quieren dar la bienvenida a personas que otros rechazan.

Al preguntarse, ¿quién es nuestra comunidad? Ellos respondieron que es posible que todas las personas sean parte de ella. Es una respuesta que proviene de la creencia que la religión o la fe pueden ser universales para todos. No es un credo. Es una ética, una llamada a la acción. Y fue una manera de reimaginar sus comunidades. No creían que sus comunidades tuvieran una mente cerrada. Su religión no fue la religión de un pequeño grupo, fue la religión de un grupo que pensaba que todos los seres humanos forman una sola familia.

En nuestra tradición del Unitarismo Universalista, hay muchas personas con sentimientos similares. William Ellery Channing, uno de nuestros teólogos dijo, «soy un miembro vivo de la gran familia de todas las almas». Y Frances Ellen Watkins Harper, una abolicionista y escritora Unitaria, dijo «todos estamos unidos en un gran bulto de la humanidad».

¿Quién es nuestra comunidad? Digo todo esto porque pienso que tenemos una respuesta teológica a nuestra pregunta. Nuestra respuesta teológica es el nombre de nuestra fe, somos universalistas. Nuestra fe aspira a ser cosmopolita y a dar una bienvenida a todas las personas. Proclamamos que no necesitamos pensar de la misma manera para amar de la misma manera.

Tenemos una respuesta teológica pero creo que no tenemos una respuesta secular. En realidad, no tenemos una buena respuesta secular. Al preguntar, ¿quién es nuestra comunidad? Hay una gran distancia entre nuestra teología y nuestra realidad. En nuestra iglesia, decimos que hay un lugar para todos aunque todavía no tengamos bastantes personas de diferentes razas, de diferentes grupos étnicos, ni que hablen otro idioma que no sea el inglés. No pienso que esto sea porque nuestra teología le corresponda solo a unas pocas personas, pienso que ésto se debe a que necesitamos reimaginar nuestra comunidad.

Estando fuera de la iglesia, muchas veces me encontré con pensamientos similares a los de nuestra teología. Tengo dos pequeños ejemplos. El primero ocurrió esta semana al ir a una ceremonia en Freedmen’s Town. Fui allí a celebrar el reconocimiento de unas calles. En una ceremonia muy especial, colocaron los marcadores históricos. Asistieron personas de la ciudad de Houston y también del Museo Yates. El maestro de ceremonias fue Kofi Taharka, director de la organización National Black United Front. Él comenzó y terminó la ceremonia con una oración. Estando fuera de la iglesia, yo no había escuchado una oración tan similar a las oraciones unitarias universalistas.

Él le reza a un dios que tiene muchos nombres, a un dios que es un hombre y a un dios que es una mujer, y a un dios al que todas las personas conocen de su propia manera. Fue una oración inclusiva con intención de ser universal. Cuando la escuché, pensé «este es un sentimiento idéntico al sentimiento de los Unitarios Universalistas al hablar de dios». Es similar al sentimiento de Bill Sinkford cuando dice que nuestra teología es «un dios ante quien nadie se queda atrás».

El segundo ejemplo puede ser un poco más controversial. Algunos de ustedes saben que pasé mucho tiempo en el sur de México. Estuve en Chiapas, trabajando con los zapatistas, defendiendo los derechos humanos de todas las personas. Leí mucho sobre la filosofía zapatista y platiqué mucho con sus miembros. Detecté muchas cosas similares entre su filosofía y la teología de los unitarianos universalistas. Ellos decían que su objetivo era hacer «un mundo donde quepan muchos mundos».

Era una visión pluralista con espacio para muchos pensamientos diferentes. Su cultura era muy diferente a la cultura de esta iglesia. Y creo que para algunos de ustedes, sus políticas también son diferentes. Pero el sentimiento es muy similar. Es similar de la misma manera en la que los sentimientos del Buda, de Hillel y de Jesús son similares. Cada uno de ellos tuvo su propia teología, cultura y política. Pero a pesar de esto, sus sentimientos eran similares.

¿Quién es nuestra comunidad? Digo todo esto porque nuestra comunidad tiene la posibilidad de incluir a muchas personas más. Yo pienso que vivimos en un mundo donde muchas personas tenemos sentimientos similares a los de los unitarianos universalistas. Nuestra teología no es solamente para nosotros ni tampoco proviene solo de nosotros. Si nuestra teología es verdadera y es lo que creemos, tenemos la oportunidad y la obligación de invitar a personas de diferentes culturas, pero que tengan sentimientos similares, a que trabajemos juntos. Si no, no somos universalistas, somos otra cosa.

Bueno, esto es más o menos lo que quería compartir con ustedes. Es posible que ustedes tengan otras respuestas a la pregunta, ¿quién es nuestra comunidad? Eso está bien porque en nuestra comunidad queremos muchas respuestas a esta pregunta de la vida. Pero cuando consideramos la pregunta, ¿cómo reimaginamos nuestra comunidad? Está bien que pensemos en ¿quién es nuestra comunidad?

¿Cómo reimaginamos nuestra comunidad? ¿Quién es nuestra comunidad? Les recuerdo que nosotros tenemos un ministerio compartido. Termino mi homilía con una meditación. Por favor cierren sus ojos. Respiren lenta y profundamente. Respiren otra vez. Dense permiso para reimaginar nuestra comunidad. Dense permiso para reimaginar todo. ¿Quién es nuestra comunidad? ¿Quiénes son las personas que nos acompañan? ¿Cómo es nuestro servicio? ¿Qué tipos de música tenemos? ¿Cómo es el santuario? ¿Qué idiomas escuchan adentro? ¿Qué acentos? ¿Qué lecturas se escuchan? ¿Cómo quieren reimaginar nuestra comunidad? Dense permiso para imaginar todo lo que necesitan reimaginar. Dense permiso para reimaginar cosas hermosas. Ahora voy a darles un momento para guardar silencio para reimaginar un poco.

[Unos minutos de silencio]

Regresen al santuario. Regresen pero traigan consigo su visión.

Cuando estén listos, abran sus ojos. Y cuando estén listos, les invito a que digan una frase breve sobre su visión.

[Los participantes hablan]

Gracias por sus palabras y sus pensamientos. No se preocupen si su visión todavía no está completa. Parecido a lo que el poeta desconocido dijo, nuestro trabajo es:

No rendirnos,
aún estamos a tiempo de alcanzar
y comenzar de nuevo…

Tenemos la oportunidad de comenzar de nuevo. Tenemos la oportunidad de reimaginar nuestra comunidad. Hagámoslo juntos. Y ahora, les invito a decir amén.

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